Entrevista a

Isabel Parra

Violeta Isabel Cereceda Parra, la mayor de los cuatro hijos de Violeta Parra, es autora, compositora e intérprete. Trabajó junto con su madre desde niña, salió de gira por Europa en familia y conformó un dúo con su hermano Ángel Parra. Fue una de las figuras fundamentales de la Nueva Canción Chilena y una de las creadoras de “La Peña de los Parra”, centro cultural de trascendencia para el canto popular chileno y latinoamericano. Es responsable de un extenso repertorio de raíz folclórica y ha colaborado con Víctor Jara, Quilapayún, Inti Illimani y Luis Advis, entre otros.

Ref: (Parra, I., comunicación personal, 20 de abril de 2024)

Isabel Parra (IP): Yo tenía muchos vestidos de la tienda Tai y algunos venían con unos “monos” de Marco Correa, pero yo no lo conocía personalmente. Yo me mandaba a hacer los vestidos para cantar, algunos de lana. Yo era amiga de la tienda, de la dueña de la tienda, de las personas que trabajaban ahí.


Entrevistador (E): Teresa Hunneus, ¿no?


IP: Eran varias dueñas, yo era más amiga de otra. Eran socias. Y había otra que estaba siempre en la tienda. En esa tienda yo conocí a Luigi, el peluquero, famoso. El peluquero venía con un canasto a vender huevos duros a la tienda, con suecos, era un personaje estrafalario encantador. Tenía una gran presencia, era súper histriónico. Bueno, y con el tiempo resultaron amigos de él, con el Marco Correa. Ahora, yo tuve varios encuentros con Marco, incluso desde el exilio. Cuando yo me fui después del triunfo de la Unidad Popular, cuando me fui a Europa con el Quilapayún en una embajada cultural, nombrada por el presidente Allende, yo me llevé el vestido que te estoy mostrando en la foto. Me lo llevé conmigo. Por eso que aparece en los discos que yo hice en Europa, en la portada con ese vestido. Eso fue en los 70, ¿cierto? Pero posteriormente vino el golpe de Estado, entonces cuando yo me fui con una maleta y una hija -una maleta con algunas pilchas- me llevé ese vestido.


No sé por qué me lo llevé. Por el cariño que le tenía a Marco, al vestido, y porque era el vestido que me ponía para cantar. Yo no tenía una colección de vestidos para cantar. Y yo adoraba ese vestido, exactamente como lo adoraba a él. Entonces, después del golpe, nosotros nos instalamos como refugiados políticos en París, y yo tenía en un momento que cantar en el teatro de la Ville. Yo había estado en Chile con Marco, pero así, rápido, en circunstancias normales, digamos, porque eran años muy álgidos, de mucho hacer, de mucho trabajo, y además en un país muy convulsionado políticamente. Pero nosotros nos encontramos por ejemplo en la casa de la Carmen Beuchat, que era bailarina del Ballet Nacional, que era amiga de él, que vivía cerca de Américo Vespucio.


Pero lo más trascendente fue que, cuando yo estaba exiliada, Marco me mandaba ropa. Me mandaba una falda que estoy en una foto por ahí. Y yo le decía “Marco, acuérdate que yo no quiero vestidos sin mangas, porque tengo complejos de mis brazos”. Yo me escribía cartas con él, “tengo complejos de mis brazos flacos”. Entonces Marco pensaba que era un complejo inútil y me hizo un vestido que le pedí después de este que te cuento, un vestido sin mangas. Yo tenía que cantar en el teatro más importante de París, en el Teatro de la Ville en Châtelet, en pleno París, que era un sueño que yo estaba cumpliendo entre mis sueños… exiliados, de Francia, de París, cantar una temporada completa con mi hermano en el Teatro de la Ville, entonces por supuesto que yo le pedí un vestido a Marco. Pero no solamente pasó que llegó Marco a París, y con el vestido, y con Luigi, que ya era re famoso. Llegaron los dos a mi casa


E: Usted pensó que se lo iba a mandar nomás.


IP: Claro, había gente que tenía muy buena voluntad, que me mandaba ropa chilena, chalecos chilotes, qué se yo, había un correo en ese sentido. Vestidos de la María Inés Solimano también que usé mucho, la gran diseñadora que tenía y tiene su taller todavía en Bellavista. Entonces Marco llega a mi casa con Luigi, poco antes de que yo tenga que debutar en el teatro de la Ville, como te digo, mi sueño. Creo que es la única vez en mi larga vida de cantora popular que añoraba cantar en ese teatro. Yo iba a las funciones de ese teatro, iba a ver a otros latinoamericanos como la Mercedes, que llegaban a cantar ahí, entonces se cumplió mi sueño y Marco llega con este vestido sin mangas. Me dice ‘no, estás equivocada, tienes que ponerte ese vestido’. Bueno, le hice caso y me lo puse, y este es el diseño de ese vestido negro de lana merino. Y la lana merino con el tiempo que yo lo conservé se empezó a agrandar y agrandar… no sé si la lana se estira. Entonces yo rescaté este dibujo. Ahora, Marco estaba en París y llegó a mi casa con Luigi, y Luigi me iba a peinar todos los días, por quince días, al Teatro de la Ville. A hacerme peinados para que yo cantara. Entonces no hay amistad más grande, para personas que son artistas en su oficio, y que vengan y que me traigan vestidos y que me peinen. Yo me sentía absolutamente halagada y emocionada de este par de amigos que tenía, que además eran lo más entretenido del mundo, y lo más creativo que te puedas imaginar. Entonces detrás de los diseños de Marco y de su fama, había una amistad muy fuerte, una amistad personal. Porque que llegue un modista como Marco Correa a París, que va al teatro, que me lleva el vestido, que va Luigi, con quien me vi muchas veces después… entonces para mí son personas importantes en mi vida artística, tanto en Chile como en mis años de exiliada. Y yo le tengo un amor enorme a Marco, y considero que él fue EL modisto chileno y latinoamericano que proyectó un diseño, siendo él chileno, y queriendo rescatar nuestras raíces a través de la moda. No conozco otro diseñador u otra diseñadora que cumpla esa tarea antes, o al día de hoy.


Yo me entero de las cosas que pasan en mi país, siempre estoy enterada de los movimientos, tanto así que como hace tres años fue alguien al museo y me pidió este diseño para el museo de la moda, y yo por supuesto que lo presté y le conté la pequeña historia que él me preguntó, que no recuerdo su nombre. A mí lo que me parece sensacional es que ustedes, que son personas jóvenes, a pesar de tus canas, estés preocupado del rescate porque Chile es un país sin memoria. Aquí las cosas pasan y la gente no quiere hablar del pasado, de ninguna manera. Mejor olvidarse, no hay que hablar de eso, entonces un país sin memoria es un país que vale nada. Y en muchos aspectos Chile, en ese sentido, no tiene valencia. Aquí se olvidan los muertos, se olvidan las torturas, los golpes de Estado y vamos tomando pisco sour y haciendo asados y no hablemos de eso. Yo creo que tiene que ser todo lo contrario.


E: Entonces él hizo el vestido no con usted, sin medirla


IP: Claro, porque él ya conocía mi cuerpo. Me había hecho ropa de calle, ponte tú en el primer Festival de la Nueva Canción Chilena, yo tengo un vestido de la tienda Tai que tiene unos dibujos de Marco Correa. Muy sencillo, preciosos, todos de lana, no vestidos veraniegos. Pero Marco hacía colecciones con la tienda Tai de todo tipo de telas, todo tipo de vestidos. Ahora, el proceso interno entre las dueñas de la tienda Tai, no tengo idea, pero él decía que le encantaba hacerme ropa a mí porque adoraba como yo cantaba. Entonces eso también lo motivaba, y yo lo perseguía a él. Yo no soy mujer que ande en las tiendas de moda para vestirse a la moda, nunca he sido así. Pero esto era distinto. Que el modisto más famoso me quiera hacer un vestido a mí, que yo era requete flaca, y le gustaba hacerme esa ropa. Y además no me cobraba, no recuerdo haberle pagado. No recuerdo haber tenido una deuda con él.


E: ¿Y esto se le ocurrió a él o hubo una conversación previa?


IP: Nada, yo no le decía nada. Mira, a mí me ocurre, o nos ocurre a escasas personas, que uno no necesita. Uno tiene tanta confianza en ese artista, que tú no le das indicaciones para nada. Es como cuando yo trabajo con un músico. Si trabajo con un músico conozco su trabajo y lo conozco a él, y sé la capacidad que tiene. Entonces, por ejemplo, yo le pasé un texto inédito a Manuel Meriño, que trabaja conmigo, que fue director del Inti Illimani durante miles de años, que todos los éxitos de Inti Illimani son de Manuel Meriño. Entonces yo le pasé un texto de la Violeta, pero no se me ocurriría darle una indicación, porque yo confío en esa persona. Entonces eso va con la confianza total y absoluta, entonces nunca, jamás le di alguna indicación. El Marco quería sacarme del complejo de los brazos flacos, y los vestidos de invierno eran con mangas y con bordados encima, en lana, el vestido básico de lana. Es que yo ni me probaba esos vestidos, estaban hechos, terminados: o él me los mandaba o yo iba a la tienda. Él me lo hacía porque me quería, y le gustaba lo que yo hacía. No era modelo yo, yo nunca desfilé. En Concepción fui modelo una vez con una francesa, pero esa era una volá de mi mamá.


E: O sea que la única información que él tenía era que usted iba a usar este vestido en los conciertos en el Teatro de la Ville.


IP: Claro, el vestido era para eso. Y a partir de eso él dijo “ya, esto propongo” y lo llevó hecho. Y sin mangas. Él hizo lo que quiso, yo tuve que mostrar los brazos. Hablábamos de miles de cosas y nos reíamos mucho porque el Luigi era muy divertido. Él se cagaba de la risa con las conversaciones de Luigi, entonces estábamos los tres en mi casita en París, en París 14, blah blah blah, y en la noche ellos iban al teatro. Yo les conseguía entradas para que fueran, para mí era lo máximo que estuvieran estos amigos ahí.


E: ¿Y Marco Correa era consciente del valor de lo que él estaba haciendo, del valor en términos de identidad?


IP: Yo creo que sí porque él era exitoso, pero era muy modesto. Era un tipo cero prepotencia. Y muy sencillo, muy risueño, muy divertido, entonces esas personas uno las adora. Porque podría un diseñador chileno que vestía, no sé, a las cuicas de Chile. Pero era tremendamente afectuoso y sencillo. Yo creo que por eso teníamos una afinidad muy grande. Teníamos mucha confianza. Además, para una mujer que no es alta, que no es modelo, que no es bonita, era un elogio que él me vistiera a mí. Yo me sentía agradecida de eso. Y que el Luigi me peinara, me hiciera unas cosas así con el secador… bueno, eran demostraciones de afecto muy grandes. Entonces para mí este Marco, que podía haber sido inalcanzable en ese momento porque era muy famoso, en los diseños, los desfiles…


E: ¿Estos conciertos eran con Quilapayún?


IP: No, era yo con mi hermano.


E: Pero y la carátula…


IP: No, es que eso era el año 70, yo te estoy hablando de la Ville, el 79 ponte tú, muchos años después del golpe. Entonces ellos iban a ver a esta exiliada, a llevarle ropa.


E: Entonces este no es el que usó en el disco con…


IP: No, pero si tú te fijas es otro vestido. Cuando yo me fui a Europa con Quilapayún como embajada cultural, para que no se crucen las fechas, entre 1970 y 1973. Porque es muy importante que ellos se hayan preocupado de cuando iban a París, porque el Marco no iba sólo a verme a mí, él tenía relaciones en París, conocía gente. Pero andaba con el Luigi, y el Luigi estaba deslumbrado de estar en París. Yo tengo la idea que él nunca había ido a París. En todo caso, todavía no era el gran famoso Luigi que fue posteriormente, esto era en el Teatro de la Ville, el año 78-79, yo tengo tremendos afiches… Isabel y Ángel Parra en el Teatro de la Ville. Ese también lo hizo con el mismo método, sin probármelo, acordándose de mi talla. Entonces yo me acuerdo de que, cuando volví, nos hicieron ese recibimiento en el Estadio Chile. En ese momento yo era muy amiga de la Gladys Marín y era militante comunista, yo era de la Jota. Hicimos una gran función en el Estadio Chile, de recibimiento a esta embajada cultural, y resulta que el género, la tela de este vestido, que era tejido, pero era tejido no en lana sino como con textura como de seda gruesa, que eso lo hacían las máquinas.

Entonces qué pasó, que este vestido empezó a agrandarse, entonces me quedaba un poco largo, me fue quedando largo. Me acuerdo de que, para salir en el Estadio Chile, me tuve que agarrar el vestido porque estaba muy largo, y no lo podía cortar porque los diseños más lindos están abajo. Entonces tenía que entrar, acortarlo yo, pero yo venía llegando y ahí los días sucedían muy rápidamente. Entonces yo aparezco para saludar al público con el Estadio Chile lleno, agarrando el vestido, y después me lo solté porque toqué el cuatro, que es mi instrumento. Entonces la Gladys Marín, que era muy amiga mía y muy amorosa, me dice “oye me llamó la atención, por qué te agarraste el vestido, ¿es una moda francesa?” (ríe). “Estai loca”, le digo, “me está quedando largo el vestido, por eso me lo agarro”. Y después el vestido desapareció. Un día se me perdió una maleta.

El vestido se acabó, desapareció de mi vida. Yo vivía en la Alemania, en la RDA, que desapareció. Viví un año ahí, pero nunca estaba ahí, estaba siempre cantando, y voy a París a cantar al teatro de la Ville, el teatro Olimpia, un recital yo sola. Y llego a París y se perdió mi maleta, y el productor me tuvo que ir a comprar un vestido a la samaritana para yo cantar al otro día en la noche. Y se hizo humo el vestido.


E: la primera vez que usó ese vestido, ¿fue para el disco o para un concierto?


IP: Para los conciertos, y entre medio de los conciertos, grabación de un disco. Entonces yo siempre me ponía mi vestido, ese. Ese vestido es del 70, cuando nos fuimos a la gira.


E: Y lo tuvo por lo menos unos tres años.


IP: Por lo menos, claro. Lo tuve más, porque yo llegué el 74 a París y ya tenía mi vestido, ya me había sacado fotos y estaba recorriendo, haciendo gira. Y de repente, yo no sé si se alargó mucho, no me acuerdo, ya no lo podía usar. Y yo debo haberlo desechado en un momento. Porque si hubiera tenido la conciencia de lo que tenía en mis manos hubiera tomado resguardos, pero lamentablemente no tomé esos resguardos, pero sí los tomé con este. No le hice ninguna modificación, me lo tomé para no caerme en el escenario.


E: Y era difícil porque como usted bien dice el color, el foco de atención está abajo


IP: Está abajo, y el resto era negro, negro, y era precioso. Y me quedaba a mí, pero era mi cuerpo. Ni grande, ni chico, él sabía el largo de mis brazos, no me lo tenía que doblar. No me molestaba para tocar, él sabía cómo era yo, mi estructura corta y pequeña que yo tenía. Entonces, ¿cómo no lo iba a adorar al Marco?


E: Y entre sus amigos, colegas de la música, del folclor -porque usted conoció mucha gente durante su carrera-, ¿había también una valoración del trabajo de Correa?


IP: Naaaada. Es que yo trabajaba con hombres, y los hombres no se interesan por esas cosas. Yo era la única mujer en esos grupos masculinos. En las giras, en los conciertos, en las grabaciones. Yo era la única. Los hombres se ponían ese poncho negro y los otros se ponían ese poncho fucsia, y no estaban preocupados de otra cosa que no fuera su carrera y su presentación y su éxito. Y yo estaba ahí por casualidad, porque no había otras mujeres.


E: Y en los 80, a principios de los 90, ¿usted mantuvo contacto con Marco?


IP: cuando yo volví sí, fui junto con la Carmen Beuchat y veía mucho a Luigi en Horcón, porque iba a ver a mi nieto en Horcón. Luigi estaba enfermo, también. Y Marco de repente yo me enteré de que… Pero no fui a su funeral porque estaba en gira, porque yo siempre me he movido mucho, y se me han desaparecido muchos amigos que no he podido llorar ni estar en sus velorios, pero tengo esos recuerdos maravillosos de él y de su persona, del talento, de la humildad, la frescura, el trato conmigo, el cariño. Fui determinada por eso, con esta persona. Y yo no pagué esos vestidos, no me cobraron nunca.


E: Usted considera que el trabajo que hizo, no sólo con usted, también con Tai, y con ópera, él trabajó con ópera, para teatro, para televisión… la impronta de su trabajo, ¿usted cree que logró influenciar?


IP: Era incansable, infatigable. No, no logró influenciar, pero lo más dramático que ocurre con el diseño latinoamericano, chileno, que se expande por América Latina, yo creo que en un momento trascendió, pero, de lo que yo conozco, no sé si soy muy ignorante, pero no conozco otro Marco Correa. No lo hubo. No sé si lo va a haber. O una mujer diseñadora de ropa, digamos, chilena, latinoamericana. En México existen modistos que rescatan los motivos mexicanos, que son infinitos, pero acá no. Porque no tenemos historia nosotros, no nos preocupamos de eso. Y estos colores que él puso aquí, porque a él se le ocurrió, es un colorido latinoamericano. No hay que explicar mucho, la referencia es inmediata.


E: Hay vestidos de él que uno los ve y piensa de inmediato en los pueblos originarios.


IP: Por supuesto, y el Marco, cuando fue a mi casa yo me acuerdo de que tenía una camisa rosada muy tenue. No era invierno entonces andaba… y el Luigi andaba con suecos porque ese vivió con suecos toda la vida… y me acuerdo de la camisa preciosa que tenía Marco. Y un paquete que era para mí.

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